La epilepsia es un trastorno neurológico caracterizado por una alteración en la actividad eléctrica de una zona o varias partes del cerebro y que afecta a millones de personas en todo el mundo. Para muchos, el control de las crisis epilépticas mediante medicación (anticomiciales o anticonvulsivantes) puede ser un desafío, llevando a una disminución en su calidad de vida. En esos casos, en los que es difícil controlar la enfermedad solo con medicación, la cirugía de epilepsia emerge como una opción valiosa, ofreciendo una esperanza real de reducir o incluso eliminar las crisis.
En este artículo, explicaremos qué implica realizar este tipo de intervenciones, cuándo se recomienda, y qué resultados se pueden obtener. Además, abordaremos los métodos de diagnóstico utilizados para evaluar la idoneidad de un paciente para la cirugía y los posibles beneficios y riesgos asociados.
¿Qué es la cirugía de epilepsia y cuándo es necesaria?
La cirugía de epilepsia es una intervención quirúrgica diseñada para extirpar o modificar la parte del cerebro donde se originan las crisis epilépticas. Esta opción se considera principalmente para pacientes cuya epilepsia es resistente a los medicamentos (epilepsia refractaria), un problema que afecta a aproximadamente el 25% de las personas con esta condición. La cirugía tiene como objetivo principal mejorar la calidad de vida del paciente, ya que la reducción o eliminación de las crisis puede significar un retorno a una vida más plena y activa.
Pero, ¿cuándo hay que considerar la cirugía?
- Resistencia a los fármacos: se recomienda cuando las convulsiones no se controlan adecuadamente con medicamentos, a pesar de probar varias combinaciones y dosis.
- Impacto en la calidad de vida: si las crisis epilépticas afectan significativamente la capacidad del paciente para llevar una vida normal, la cirugía puede ser una opción viable.
- Ubicación de las crisis: si se identifica una zona específica del cerebro que puede ser intervenida quirúrgicamente sin causar daño a otras funciones neurológicas, la cirugía puede ser recomendada.
Métodos de diagnóstico: identificando la necesidad de cirugía
Antes de considerar la cirugía de epilepsia, es fundamental realizar un diagnóstico preciso para identificar la zona cerebral donde se originan las crisis y determinar si la intervención quirúrgica es factible y segura.
Examen físico y neurológico (suele encargarse el clínico, en este caso el Neurólogo)
- Evaluación de reflejos, fuerza muscular y sensibilidad: se exploran posibles debilidades o áreas de entumecimiento que puedan estar relacionadas con la zona afectada en el cerebro.
Pruebas de diagnóstico específicas:
- Electroencefalograma (EEG): registra la actividad eléctrica del cerebro para identificar las áreas donde se originan las crisis. Es una prueba fundamental en el diagnóstico de la epilepsia.
- Videoelectroencefalograma (vídeo EEG): combina el EEG con un video continuo del paciente para correlacionar las crisis epilépticas con las alteraciones en la actividad cerebral. Esto es especialmente útil para confirmar el diagnóstico y localizar la zona epiléptica.
- Resonancia Magnética (RM): es la prueba de imagen de referencia; proporciona imágenes detalladas del cerebro, permitiendo identificar anomalías estructurales que pueden estar asociadas con las crisis epilépticas. Existen varios tipos de lesiones que pueden verse en la RM en pacientes epilépticos, como las malformaciones corticales, esclerosis hipocampal, tumores, etc. Cada vez podemos identificar más lesiones, aunque sean sutiles, debido a los equipos de RM de última generación.
- Vídeo EEG prolongado: es una variante del Vídeo EEG que se realiza durante un periodo más largo, a veces varios días, para capturar crisis que no se producen con frecuencia. Este estudio es crucial para una evaluación exhaustiva y precisa.
- Estudio neuropsicológico: evalúa el impacto de las crisis epilépticas en la función cognitiva y emocional del paciente, ayudando a entender cómo la cirugía podría afectar estas áreas.
- Pruebas de neuroimagen avanzadas: además de la RM, se pueden utilizar técnicas como la tomografía por emisión de positrones (PET) o la magnetoencefalografía (MEG) para localizar con precisión el foco epiléptico y planificar la cirugía de manera más eficaz. Incluso se pueden fusionar estudios como el PET con la imagen de la RM.
Beneficios de la cirugía de epilepsia: mejorando la calidad de vida
Optar por la cirugía de epilepsia puede transformar la vida de quienes sufren crisis frecuentes y debilitantes. Los beneficios potenciales de la cirugía incluyen:
- Reducción o eliminación de las convulsiones: muchos pacientes experimentan una disminución significativa en la frecuencia e intensidad de las crisis, lo que permite un mayor control de su vida diaria.
- Mejora en la calidad de vida: la posibilidad de realizar actividades cotidianas sin el temor constante de una crisis inminente es uno de los mayores beneficios para quienes se someten a la cirugía.
- Reducción en la dependencia de medicamentos: en algunos casos, la cirugía permite disminuir la dosis de fármacos antiepilépticos o incluso eliminarlos por completo.
Factores a considerar antes de la intervención
Como cualquier intervención quirúrgica, es esencial que el paciente y su familia estén bien informados y comprendan todas las implicaciones antes de tomar una decisión. Por ello, es necesario considerar numerosos factores como la edad del paciente (muchos pacientes son niños), el soporte familiar con el que cuenta a la hora de afrontar una intervención de estas características, su estado de salud general, etc. Es importante recalcar que el manejo de esta enfermedad debe ser multidisciplinar y realizarse preferentemente en Unidades de Epilepsia donde colaboren estrechamente especialistas como: neurólogos, neurocirujanos, neurofisiólogos, neuropsicólogos, etc.
Tipos de intervenciones. Recuperación postoperatoria. Expectativas y resultados a largo plazo
Hay muchos tipos de Cirugía de Epilepsia y, según la técnica a emplear, el período de recuperación puede variar según la naturaleza o envergadura de la intervención. Hay una enorme variabilidad en lo que se refiere al tiempo de hospitalización, pudiendo tener el paciente una estancia hospitalaria breve, especialmente cuando se utilizan técnicas mínimamente invasivas (lesiones mediante radiofrecuencias, láser, etc.) o de varios días, cuando se trata de cirugía abierta mediante craneotomía para extirpar una o varias áreas cerebrales epileptógenas. No obstante, la rehabilitación y el seguimiento a largo plazo son fundamentales para asegurar la mejoría continua y la adaptación a cualquier cambio neurológico que pueda surgir.
¿Qué esperar después de la cirugía?
- Seguimiento neurológico regular: es esencial para evaluar la efectividad de la cirugía y ajustar cualquier tratamiento adicional que sea necesario.
- Rehabilitación cognitiva o física: en algunos casos, puede ser necesaria para ayudar al paciente a recuperar funciones que podrían haber sido afectadas durante la cirugía.
- La cirugía ofrece hoy día unas tasas altas de probabilidad de hacer desaparecer las crisis (desde un 30% hasta un 90%, dependiendo del tipo de epilepsia), con unos mínimos porcentajes (algo inferior al 1%) de generar lesiones graves sobreañadidas.
En conclusión, la cirugía de epilepsia es una opción que puede ofrecer una mejora significativa en la calidad de vida para quienes no han logrado controlar sus crisis con medicamentos. Sin embargo, la decisión de someterse a esta intervención debe basarse en una evaluación exhaustiva por un equipo médico suficientemente entrenado en este tipo de patologías y un entendimiento claro de los beneficios y riesgos involucrados.
Dr. Andrés Muñoz Núñez
Neurocirujano
Málaga, Cádiz, Sevilla, Huelva
Tfnos: 951 749 631 / 609 688 469