Quizás empiece como una molestia leve al levantarte. Luego notas que ese dolor en la zona lumbar aparece más a menudo cuando estás mucho tiempo sentado, al cargar peso o incluso al estornudar. Y, sin darte cuenta, tu rutina empieza a adaptarse al dolor: te mueves menos, duermes peor, trabajas incómodo… pero no acudes al médico. “Ya se pasará solo”, piensas.
Este patrón se repite en miles de personas cada año. Y aunque algunas molestias musculares desaparecen con reposo o fisioterapia, otras nos pueden estar avisando de algo más serio, como puede ser un compromiso neurológico debido a una hernia discal.
Ignorar el dolor de espalda, sobre todo cuando se irradia a una extremidad (sea piernas o brazos), se vuelve persistente o limita tu calidad de vida, puede tener consecuencias que van mucho más allá de una simple incomodidad. En este artículo vas a descubrir:
- Por qué no debes esperar “a que se pase solo”.
- Qué riesgos reales existen si no se trata a tiempo una hernia discal.
- Cómo puede evolucionar el dolor hacia un problema crónico o incapacitante.
- Qué soluciones ofrece la medicina actual, desde tratamientos conservadores hasta cirugía mínimamente invasiva.
Porque el dolor de espalda no siempre es pasajero. A veces es la forma en que tu cuerpo te pide ayuda antes de que sea demasiado tarde.
¿Qué es una hernia discal?
Entre cada par de vértebras existe un disco que actúa como amortiguador. Cuando el núcleo de ese disco se desplaza fuera de su sitio y presiona una o ambas raíces nerviosas que pasan a ambos lados del mismo, se produce lo que conocemos como hernia discal.
Esta presión sobre los nervios genera síntomas como:
- Dolor irradiado (ciática si es en la zona lumbar; braquialgia en la región cervical)
- Entumecimiento o sensación de hormigueo.
- Pérdida de fuerza muscular.
- Limitación funcional importante.
Una hernia puede producirse a cualquier nivel de la columna, aunque son más comunes en la región lumbar (especialmente L4-L5 y L5-S1).
¿Qué pasa si no se trata una hernia discal?
Muchas personas optan por ignorar el dolor o tratarlo de forma superficial. Pero esto no solo retrasa el diagnóstico adecuado, sino que puede tener consecuencias a largo plazo:
1. Dolor crónico
El dolor que inicialmente es intermitente puede volverse constante. Cuando se cronifica, afecta el sueño, el estado de ánimo y la calidad de vida. Puede incluso provocar alteraciones en el sistema nervioso central (fenómeno conocido como sensibilización central).
2. Pérdida de fuerza y movilidad
La presión continua sobre una raíz nerviosa puede llevar a déficits neurológicos, como dificultad para caminar, levantar objetos o incluso mantener el equilibrio. En casos avanzados, esta debilidad puede ser permanente.
3. Daño neurológico irreversible
Cuando se afecta la llamada «cola de caballo», el paciente puede sufrir incontinencia urinaria o fecal, además de parálisis en miembros inferiores. Esta situación, denominada síndrome de cauda equina, se considera una urgencia quirúrgica.
4. Impacto psicológico
Vivir con dolor constante desgasta emocionalmente. Además, muchos de los pacientes con dolor lumbar crónico desarrollan síntomas de ansiedad o depresión, lo que afecta a su día a día.

¿Cómo evoluciona una hernia no tratada?
A corto plazo, puede mejorar con reposo y tratamiento antiinflamatorio. Pero si el problema persiste, la inflamación y la compresión nerviosa aumentan. A medio plazo, la falta de actividad física por miedo al dolor provoca atrofia muscular, debilitando aún más la espalda. A largo plazo, el problema puede extenderse a otros niveles de la columna (discos adyacentes), y se eleva el riesgo de necesitar cirugía más compleja o incluso tratamiento multidisciplinar.
Diagnóstico: la clave está en no esperar
El primer paso es una evaluación clínica completa por parte de un especialista, en este caso, un neurocirujano. Se valoran:
- Reflejos osteotendinosos (rotuliano y aquiliano en los miembros inferiores)
- Fuerza muscular.
- Sensibilidad táctil y térmica.
- Pruebas específicas como el test de Lasègue.
Para confirmar el diagnóstico, se realiza una resonancia magnética, que muestra la localización, el tamaño y el grado de compromiso neurológico que produce la hernia.

¿Se puede tratar sin cirugía?
Sí. La sintomatología neurológica producida por una hernia discal puede mejorar en un alto porcentaje (cercano al 80%) con tratamiento conservador, siempre que se inicie pronto y se adapte a cada caso.
Opciones de tratamiento conservador:
- Medicación antiinflamatoria y analgésica.
- Reposo relativo (no en cama, pero sin esfuerzos).
- Fisioterapia individualizada (movilización neural, estiramientos, reeducación postural).
- Ejercicio terapéutico supervisado.
- Infiltraciones epidurales en casos de dolor intenso (como tratamiento sintomático).
¿Y si el tratamiento conservador no funciona?
Cuando el dolor no mejora en el plazo de 4 a 6 semanas, aparece pérdida de fuerza en alguna extremidad o complicaciones neurológicas, como el síndrome de cola de caballo, el especialista puede recomendar cirugía.
Cirugía mínimamente invasiva
La microdiscectomía lumbar, bien con técnica microquirúrgica, tubular o endoscópica permite descomprimir el nervio afectado con una incisión mínima, menor agresión muscular y tiempos de recuperación más rápidos.
Ventajas:
- Alta tasa de éxito (más del 90% en pacientes bien seleccionados).
- Menor estancia hospitalaria (generalmente menos de 24h)
- Recuperación funcional más rápida.
- Menor riesgo de fibrosis postoperatoria.

¿Cómo es la recuperación tras una hernia tratada?
Después del tratamiento (bien haya sido conservador o quirúrgico), el seguimiento es clave. Se recomienda:
- Fortalecer la musculatura lumbar y abdominal.
- Corregir posturas en el trabajo o al conducir.
- Mantener una vida activa con ejercicio de bajo impacto.
- Evitar cargas excesivas y movimientos repetitivos.
¿Cuándo acudir al especialista?
Deberías consultar con un neurocirujano o especialista en columna si:
- El dolor persiste más de 4 semanas.
- Notas debilidad o pérdida de sensibilidad en piernas.
- Tienes antecedentes de hernia discal o lumbalgia recurrente.
- Presentas alteraciones en el control de esfínteres.
Actuar a tiempo marca la diferencia entre un problema puntual… o una secuela de por vida.
En resumen, el dolor de espalda no es normal, ni debes acostumbrarte a él. Puede ser la señal de una patología que, si se detecta a tiempo, tiene solución. Pero si se ignora, puede convertirse en un problema crónico que condicione tu vida laboral, física y emocional.
La buena noticia es que existen tratamientos eficaces, desde fisioterapia avanzada hasta cirugía mínimamente invasiva, que permiten recuperar calidad de vida.
La clave está en escuchar a tu cuerpo y pedir ayuda a tiempo. Porque cuando se trata de columna, esperar puede costar muy caro.
📍 Dr. Andrés Muñoz – Especialista en Neurocirugía y Cirugía de la Columna Vertebral
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